© 2025 Josep Marc Laporta
1- Los
festivales de música evangélica
2- El día
de la música
3- Otros
contextos sociomusicales de 1976
1- Los festivales de música evangélica
En un anterior capítulo traté sobre el despertar del
ministerio musical dentro de las iglesias; y en otro también reseñé el auge de
los grupos pop como ministerio evangélico fuera de los templos. Pero en torno a
la celebración de la primera Semana de Música en 1976, otros contextos
sociomusicales cohabitaron en aquellos fecundos años setenta. Uno de los de
mayor impacto y afluencia fueron los llamados Festivales de Música Evangélica
que se celebraron desde 1973, especialmente en el este y suroeste de la península;
en tierras valencianas, manchegas y murcianas.
Denominados Festival de Música Evangélica o Festival de
la Canción Evangélica, de 1976 tenemos noticias de la cuarta edición valenciana
en el cine Avenida de Xàtiva, un local con capacidad para 1.000 personas que
según las crónicas «estaba
completamente abarrotado, hasta el punto de que varias decenas de asistentes
tenían que seguir las diferentes actuaciones estando en pie». Con un programa de casi tres horas de duración, los
grupos invitados fueron Shalom y Ressò de Catalunya, y el tenor Jesús Zazo de
Madrid. Las iglesias de Albacete, Alcoi, Carlet Elx, Xàtiva, València-Quart,
València-El Salvador y València-Navarra «participaron con solos, dúos, cuartetos, conjuntos y coros, combinándose
lo clásico con lo instrumental y moderno, destacando por lo anecdótico que el
grupo de Xàtiva entonó una canción en valenciano: ‘Jesu-Crist, el Senyor que yo
ya tinc’» (sic). El cronista de la
iglesia de la calle Quart en València mencionó que «nuestro coro tuvo una destacada actuación, con dos
interpretaciones por la mañana y otras dos dentro del culto celebrado por la
tarde en la Iglesia de Xàtiva», concretando que «el grupo de
señoritas tuvo una muy acertada y serena intervención, con un sonido muy
limpio, a pesar de los micrófonos».
El tema de la tecnología en la música fue una
preocupación en ciertos sectores de las iglesias bautistas y en evangélicas en general,
así como el tipo de música. Bajo el título ‘La charanga, el show y el
incienso’, el pastor Antonio Gómez Carrasco (1936-2016) cuestionaba en una editorial de El Eco ciertas formas y
maneras musicales: «No encontramos
base para la charanga en el Nuevo Testamento. Ambas cosas, la alegría y la
solemnidad; la espontaneidad y el orden, todo puede marchar junto». Y en un párrafo posterior incidía: «De la mano de la charanga marcha el show. Me refiero a
esa estereotipada presentación del Evangelio, en medio de una explosión de luz
y color, con trajes de lentejuelas, poses amaneradas, risas…». En otro número de la revista denominacional, Antonio
Gómez volvía a apuntar más directamente a ‘los festivales de música
evangélica’, pues este era, precisamente, el título del artículo: «Para quienes anden algo desconectados de lo que en este
trabajo se expone, se les aclara que en algunas regiones de nuestra geografía
evangélica, y más concretamente bautista, algunas iglesias se ponen de acuerdo
para enviar a un lugar predeterminado algunos conjuntos musicales para competir
y tratar de conseguir un primer puesto. Al tiempo también de que esta
manifestación musical sirva para llevar el testimonio del Evangelio. El corte
de las canciones (para nosotros himnos, coritos, etc.), va a tono con el ritmo
de la música popular de hoy, con un bien marcado acento folk. El atuendo de los
componentes de los conjuntos, para no desmerecer totalmente del contorno en que
hoy nos desenvolvemos, se procura sea de tonos alegres, ligeros. Aplausos,
puntuaciones… ¡primer premio! Siempre, claro está, dejando bien sentado que el
fondo de todo ha sido llevar el mensaje de salvación y testimonio a los
inconversos». Y el artículo concluía
con algunas preguntas al aire: «Es competencia de nuestras iglesias estos concursos? ¿Es realmente un
testimonio eficaz? ¿Se está dañando, sin querer, la ejecutoria de las iglesias?
¿Realmente estaremos haciendo algo mundano, sin entrecomillar el adjetivo? ¿No
será un gasto excesivo lo que conlleva instrumentos caros para estos
conjuntos?».
Si València había inaugurado los festivales de la canción
evangélica en 1973, las iglesias del sureste hicieron lo mismo un año más
tarde. El día 12 de octubre se celebró en Alicante una concentración de la
juventud del sureste, con un programa que «fue llevado por todas las iglesias asistentes, Alcoy,
Albacete, Cartagena (que interpretó la obra cómica ‘Arsénico, ¿sólo o con
leche?), Elx, Elda Murcia y Lorca», celebrándose «el Primer Festival
de la Canción Evangélica, participando solistas, cuartetos y coros de las
diferentes iglesias con sus correspondientes premios establecidos para los
mejores y, como broche de oro, bajaron a la aguas del bautismo doce jóvenes
como testimonio público de su fe». El primer premio del certamen fue para los jóvenes de Albacete, que
posteriormente fueron invitados a cantar en el Hospital Psiquiátrico de la
capital manchega. Aquellos jóvenes fueron el germen del grupo Paz, que se
fundaría poco tiempo más tarde. La segunda edición llegaría al siguiente año, celebrada
en Albacete, con la participación del ya afamado grupo Shalom, llegado desde
Terrassa. Y, seguidamente, el tercer encuentro en la misma ciudad con el mismo
grupo egarense y la participación de las uniones de jóvenes de la región.
Pero un dato interesante sobre la hermandad entre las
iglesias de ambas regiones lo recogía el Eco Bautista en 1977, con la siguiente
noticia de Elx: «Con motivo del IV
Festival de la Canción Evangélica celebrado en Xàtiva, varios hermanos cogimos
nuestros coches y nos fuimos a esa bonita ciudad. […] La música sonaba como
venida del cielo, era estupenda. Les damos las gracias a los jóvenes de la
iglesia de Xàtiva por su buen recibimiento y su buen hacer en este IV Festival.
De nuestra iglesia actuaron Pablo Vázquez, como solista, y el dúo formado por
Loli Romero y Benjamín Amat, los cuales estuvieron estupendos en sus
actuaciones». Como apunta la
información de El Eco, pese a celebrarse separadamente por regiones
administrativas –Levante y Sureste–, algunas iglesias del sur participaban en
las del norte, y viceversa. Sin embargo, una decisión administrativa de la
Junta de Jóvenes conjunta estableció que a partir de 1977 los distintos
festivales que las dos regiones habían celebrado por separado se unieran en un
solo acto, encargando alterativamente a cada zona la preparación anual del
evento musical conjunto. Por consiguiente, las dos sucesivas ediciones del
Festival de la Canción Evangélica se celebraron en Xàtiva y en Elx. No
obstante, la unión musical entre las comarcas levantinas y las del sureste no permanecería
en el tiempo. En 1983 se desligaron, con un festival en Alcoi para las iglesias
del Sureste, y otro en València en 1984 para las del Levante.
Con que de los conciertos de los años setenta no disponemos de registros fonográficos, para escuchar una primera referencia de aquellos festivales debemos recurrir al celebrado en Alcoi en 1983, con participantes de las iglesias de Alacant, Cartagena, Albacete, Elx, Lorca, Murcia y Alcoi. De los intérpretes se puede identificar a Jimmy A. Williams (1959-2024) y Antonio Navarro de Cartagena (1947-1996), y una versión reducida del grupo Paz con jóvenes de Albacete.
El siguiente vídeo es una referencia bastante más tardía de los festivales. Corresponde al IV Recital de Música Evangélica Góspel celebrado en 1988 en València, con participaciones de Dénia, Xàtiva, Castelló y València, y los grupos Nuevo Pacto y Rock Xàtiva.
Volviendo a los años setenta, la isla de Tenerife también
tuvo su festival, aunque con adaptación del nombre e, implícitamente, de las
tendencias musicales. En el mes de diciembre de 1975 se celebró en Santa Cruz
de Tenerife el Primer Festival de Música Sacra bajo la dirección del director
del coro de la Primera Iglesia Bautista de la capital chicharrera, Juan Roberto
Arteaga Seguro (1929-2017). Intervinieron varios solistas y declamadores de poemas,
con la participación de las iglesias bautistas de las Palmas. Un año después,
el 27 de septiembre celebrarían el Segundo Festival de Música Sacra, llenando
una sala con más de 400 personas que oyeron el Aleluya de Haendel por el coro
de la iglesia de Santa Cruz de Tenerife, interpretación de «notable brillantez teniendo en cuenta su carácter
amateur y el esfuerzo que significó el cargar casi exclusivamente con el
programa, que en el primer festival fue más compartido debido a la mayor
participación musical de otras iglesias». Dos años más tarde Sevilla inauguró su ‘Festival de
Jesús’, título que presentaría «interpretaciones músico-vocales de José Luis Castejón; un cuarteto de
Málaga; Vino Nuevo (25 voces) y Maranatha (15 voces), ambos de Madrid; [a los
que] se sumó un mensaje evangelístico a cargo del pastor D. Antonio Gómez de
Córdoba».
En el noreste de la península, en Catalunya, no se consolidaron los festivales de música evangélica al modo de valenciano; es decir, organizados por la unión de jóvenes regional y de carácter anual, sino que puntualmente se celebraban distintas modalidades de encuentros musicales auspiciados por iglesias locales. Un primer dato lo encontramos en Terrassa. En 1974 se celebró en el pabellón de deportes de la ciudad egarense el I Festival de la Armonía, que no tuvo continuidad: «un musical evangélico con la finalidad y el interés de anunciar y presentar a Jesús de una forma joven y con esta manera poder comunicar a la juventud el mensaje que tenemos de parte de Cristo». Ante 1.500 personas actuaron los grupos Resurrección, Shalom y el cantautor Llorenç Torras. Y unos años más tarde, en 1977, un Festival de Música y Canto Espiritual, organizado por el grupo de jóvenes de la Iglesia Bautista de Manresa en la sala Loyola de la ciudad, recibió la asistencia de unas 400 personas y la participación de tres grupos muy conocidos en la época: Ressò, Resurrección y Shalom; también participó el dúo Lluís y Eduard. Ressò era una formación de las iglesias metodistas barcelonesas; Resurrección de una congregación de las Asambleas de Hermanos; y Shalom de las iglesias bautistas de Terrassa y Sabadell. Por su parte, la Coral Al·leluia participó en ese mismo año en el Congrés de Cultura Catalana con un concierto en la parroquia de la Santísima Trinidad de Sabadell, interpretando «obras de Bach, escogidos fragmentos de G.F. Händel y un nutrido repertorio de Espirituales Negros». También contribuyó en el programa oficial de las ‘Festes de Sant Jordi 1977’ en la Parroquia de Sant Esteve de Castellar del Vallès: «La habilidad del director de la Coral, el maestro Pere Puig, logró que los allí reunidos aprendieran un par de cánones y que la concurrencia participara con la masa coral en la interpretación del conocido espiritual negro ‘Soy yo, soy yo, Señor, el que quiero hablar contigo».
2- El día de la música
En València capital, como en otras iglesias locales,
también se iniciaron programas especiales de música sin, en principio, un
nombre definido o estándar, que el director de la Semana de Música, Errol
Simmons, popularizó siguiendo la tónica norteamericana de ‘Día de la Música’. Pocos
meses antes de la primera Semana de Música, el 1 de febrero de 1976 se celebró
en la capital del Turia un multitudinario acto musical, «con la asistencia de unas 30 personas… ¡de pie!, ya que
el templo estaba totalmente ocupado», según cuentan las crónicas. Participaron Mª Luisa Iturralde (1944-) de
Elx como solista, y los grupos Shalom de Terrassa y de las iglesias de las
calles Navarra, Quart y Felipe Vives de Cañamás, denominada El Salvador. Tres
años más tarde la Iglesia de la Creu Alta en Sabadell celebraba el ‘Día de la
música’, «cantando himnos a
varias voces, a dos grupos, uno formado por adultos y otro por jóvenes, además
un conjunto de flautas, un solista y un dúo entre guitarra y órgano, y, cómo
no, toda la iglesia se unió al culto cantando un canon».
Por las mismas fechas el ‘Día de la música’ también se celebraba en Alacant con dos conferencias. Una impartida por el misionero John Louis McNair (1943-2021) sobre la música en el Antiguo Testamento y otra por el tenor Jesús Zazo de la Torre (1948–2022): ‘La música desde el inicio del cristianismo hacia nuestros días y su influencia en nuestras iglesias’. El día fue memorable, con la participación de «los solistas María Iturralde, José Sánchez, Francisco Morote a la altura de las circunstancias y Antonio Miguel Aparici [que] nos ofreció buena parte de virtuosismo en el violín con dos himnos famosos y vinculados a nuestra vida espiritual. El Coro colaboró espléndidamente».
3- Otros contextos sociomusicales de 1976
Aquellos años eran tiempos de cambios que también
afectaron a los tradicionales instrumentos de acompañamiento cúltico. En 1976,
la Iglesia Bautista de Xàtiva compró un nuevo órgano de la marca Hammond,
regalando el usado al punto de misión de la Pobla Llarga. Asimismo, y en el
mismo año, la Iglesia de la Bona Nova en Barcelona renovó el órgano electrónico
que usaba desde 1965, cambiando a un flamante Hammond último modelo, que poco
tiempo más tarde se vio completado por el mueble-altavoz Leslie, que mediante
un amplificador modifica el sonido con la rotación mecánica de los altavoces.
El órgano fue adquirido gracias a diversas actividades para recaudar fondos,
mientras que el Leslie fue sufragado por un miembro de la congregación. Y un
año antes, en 1975, el misionero y músico José Mefford se encargó de
reorganizar la coral de dicha iglesia, que posteriormente se denominó Coral
Bona Nova, dirigida sucesivamente por Paul Shelton (1952-) y
Jordi Palacios Casanovas (1953-).
El año de la primera Semana de Música también fue el de
la inauguración del Centro y Seminario Bautista en Madrid, el 10 de diciembre
de 1976. Participó el pastor de Albacete, Fernando Vergara Juan (1946-2013), cantando un himno,
acompañado al piano por la misionera Sarah Kathleen
McNair (1945-). Y
1976 también fue el año del fallecimiento del prolífico y entrañable poeta
bautista, Antonio Almudévar Urriens (1894-1976). Por su parte, la
XXIV Convención de la UEBE de aquel año se celebró en la Residencia Bautista de
Dénia, teniendo como lema ¡Firmes, constantes, creciendo!, con el himno oficial
‘Construyendo estamos’, el 336 del HIEE.
Tres meses antes de la primera edición nacional de la
Semana de Música, la Iglesia del Buen Pastor de Madrid celebró del 3 al 9 de
mayo de 1976 un seminario musical «dirigido por el misionero don Errol Simmons y la colaboración de su esposa
Mary». Las crónicas
relataban que «la semana ha sido
muy provechosa, capacitando a un buen número de hermanos de la iglesia para
cantar con más alegría y mayor responsabilidad».
Aquellos eran tiempos en que los musicales o las también
llamadas cantatas empezaban a llegar a España, mayormente editadas en libritos
por la Casa Bautista de Publicaciones en El Paso, Texas (EUA) y
distribuidas por la Librería Bautista de la calle Arimón en Barcelona. En la
fiesta de Navidad del 25 de diciembre de 1976, el coro de la iglesia de Manresa
«colaboró con la
cantata de John Peterson, ‘Noche milagrosa’, destacándose que «fue una fiesta
muy agradable» y que «la cantata, a petición de varios hermanos, se repitió el
domingo siguiente». Precisamente, las
siete primeras Semanas de Música se caracterizaron por preparar e interpretar
una cantata cada año.
Por otra parte, desde las páginas de El Eco Bautista se
hizo un intento de promocionar nuevos cantos, con la inclusión de partituras,
apuntando que «dadas las
circunstancias de cambio y renovación que nos rodean, se ve que el ministerio
de la música en el campo evangélico se hace cada vez más variado. Quisiéramos
que este espacio tuviese un valor práctico, y por eso procuraremos indicar a
los lectores algunas de las novedades y noticias que vayan llegando a nuestras
manos, juntamente con arreglos y nuevas composiciones, y a la vez, quisiéramos
rogar a los que tienen interés en hacerlo, que me manden noticias, ideas,
arreglos, coritos (siempre con la música, por favor) y otras cosas que pudieran
ser útiles en las reuniones de jóvenes y cultos de iglesias, etc.» La nota fue firmada por José Mefford, incluyendo una
partitura del conocido himno de William J. Gaither ‘Porque Él vive’, con una traducción
al castellano de Jorge J. Pastor y J. Mefford, versión que no gozó de
aceptación entre las iglesias. La publicación mensual de partituras en El Eco
quedó en un intento aislado y sin continuidad, y no se instauraría con
regularidad hasta 1989 con Elies Cortès Casanovas (1954-), nombrado
Promotor de Música de la UEBE a finales de los años ochenta.
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